Emoción = E-movere
La emoción es una sensación o percepción, una elaboración de lo que sentimos. Es también un impulso para la acción. Las emociones generan interés y empatía y son contagiosas, personales e intransferibles; pueden ser fugaces, estables o conducirnos hacia otra emoción.
Somos seres emocionales
“Evolucionamos, aprendemos, maduramos con y a pesar de nuestras emociones”.
Desde que nacemos ya se diferencian las dos primeras emociones: placer y displacer (miedo, dolor). El bebé llora cuando algo le incomoda y ríe o duerme cuando está tranquilo. A partir de estos primeros momentos, vamos experimentando toda una variedad de emociones entre estas dos primarias. Cada experiencia o aprendizaje estará vinculado a una emoción, diferente en cada uno de nosotros en función del entorno, relaciones personales y nuestra experiencia interna o características individuales.
Sobre esto Jensen (2004) comenta que: “El miedo y el placer son las únicas emociones con zonas específicas en el cerebro. Activan circuitos de neuronas precisos que permiten actuar efectivamente ante las amenazas, los peligros o los estímulos de placer. Por tanto, agilizan el aprendizaje de las conductas vitales en el caso de las amenazas y de la adquisición de habilidades en el caso del placer”.
En los primeros años del cole casi todo es relacional, afectivo y emocional, lo que nos ayuda a construir nuestra propia imagen, así como nuestros gustos y preferencias. La emoción nos ayuda a relacionarlos con los demás y a regular la intensidad con la que vivimos la frustración o la alegría, por ejemplo.
Emociones positivas y emociones negativas
Las emociones positivas son expansibles y las negativas pueden afectarnos interiormente y necesitan mayor control. Sabemos que una conducta que produce una emoción positiva provoca la tendencia a ser repetida. Por el contrario, una negativa produce una reacción de huida.
Las emociones pueden influir en los niños positiva o negativamente y, especialmente, en su motivación para seguir aprendiendo. Una emoción positiva consolida mucho mejor el aprendizaje. Si queremos conseguir un recuerdo que pase a la memoria deberá haber una emoción. Memorizar un dato no es emocionante, descubrir o resolver un reto, sí lo es. Jensen (2004) también señala que “las actividades que retan al cerebro a aprender propician la salud del mismo y la preparación para enfrentar las más variadas situaciones en la vida y con menores niveles de estrés, ya que el proceso mismo de encarar la nueva situación, más que los resultados de la acción es lo que tonifica la actividad cerebral”.
Las emociones negativas, con estrés o con malas experiencias vividas de forma duradera, bloquean el aprendizaje. Una sensación de fracaso, frustración o desasosiego genera interferencias en el aprendizaje por la anticipación de fracaso de los niños ante una asignatura y son difíciles de revertir.
Es muy importante crear entornos de calidad en los colegios, donde el profesor pueda controlar el “buen rollo” en el aula y favorecer que los alumnos se expresen de forma adecuada (en asambleas, a través del arte, debate u oratoria, incentivando la empatía y ayudando a la resolución de conflictos en el aula).
En Smartick nos esforzamos en generar un entorno de aprendizaje agradable y motivador para mejorar las condiciones del aprendizaje. Colocamos al niño en su nivel exacto para que aprender matemáticas le suponga un reto asequible y estimulante. Usamos juegos y refuerzos positivos para garantizar que obtengan porciones de éxito que les hagan sentirse bien y con deseos de repetir sus sesiones.
Referencias:
- Jensen, Eric (2004) Cerebro y aprendizaje. Competencias e implicaciones educativas. Madrid. Narcea S.A. Ediciones
- Beatriz E. Marcano Lárez Universidad de Oriente- Nueva Esparta. Programa de Educación Integral (Venezuela). Teoría de la Educación. Educación y Cultura en la Sociedad de la Información. Vol. 7. No2. Diciembre 2006.